lunes, 23 de diciembre de 2013

Un regalo para Navidad de ILR.

Es veinticuatro de diciembre pero en mi corazón se siente como cinco de junio. El solo pensar en pasar noche buena y navidad sin ella me desespera.
Arme el árbol con mucho esfuerzo y en medio de un mar de lágrimas, recordando como solíamos armarlo nosotros antes. Colgábamos todas las bolas plateadas primero en nuestro pino sintético verde y luego lo adornábamos con guirnaldas y  luces. 
Cuando terminábamos con eso tomábamos una bebida fría sentados en el suelo descansando y admirando el árbol cambiar de color con el efecto de la luz. Luego me dejaba colgar la estrella dorada, que relucía sobre todo nuestro trabajo.
Incluso a los veinte años seguía adorando nuestro ritual y nunca me lo perdía, lo que hizo que hacerlo sin ella me destrozara, me hiciera recordar que ya no está, que nunca más volveré a verla o a decorar el árbol juntos.
Hace unos meses, precisamente el cinco de junio, me la robaron. El cáncer decidió llevársela lejos y dejarme sintiendo su vació.
No fui el único que sufrió su partida, pero desde ese día hasta hoy no había caído en la realidad. Este ritual, nuestra costumbre más amada se había ido con ella.
Mi padre está junto con mis hermanos cenando en la mesa mientras yo contemplo el árbol con los regalos debajo. No me interesa ninguno de ellos, solo quisiera volver a verla, tenerla conmigo aunque sea solamente por unos segundos, saber que está bien, que me ama y me extraña tanto como la amo y la extraño yo.
— Vamos a abrir los regalos. — mi hermana menor me dice alegre por la festividad.
Ella se sienta a los pies del árbol y lee las tarjetas que hay en cada uno de ellos mientras los reparte.
Hay uno para mí, seguro es un libro que ya he leído o algo de ropa (mi padre no es muy bueno comprando regalos.)
Rompo el envoltorio ya que dicen que eso da suerte y aunque me cueste admitirlo, soy algo supersticioso. 
Dentro hay una carta, el papel esta amarillo, debe ser algo vieja.
Mi pulso se acelera cuando leo el remitente... es de mi madre.
Mis ojos se llenan de lágrimas al ver su letra escrita a la antigua, con una pluma y tinta oscura.
“No sabía cómo empezar esta carta, si debería iniciarla con un querido o tal vez simplemente con tu nombre, lo único que sé con seguridad es que si la estás leyendo quiere decir que yo he partido. No voy a usar una metáfora para eso, si tienes esta carta   he muerto.
En ese caso quiero que sepas primero en principal que los amo a todos y que siempre estaré con ustedes, cuidándolos de cerca.  No temo a la muerte ya que tuve todo lo que necesite en la vida, tal vez no todo lo que quise, pero si tuve unos hijos maravillosos que me enorgullecen día a día, siendo tan buenas personas.
No quiero que me recuerden con lágrimas de tristeza, sino con lágrimas de felicidad, porque pude vivir mi vida plenamente y espero que hagan lo mismo.
Deseo que continúen unidos, porque eso es todo lo que una madre desea, que sus hijos estén unidos.
Deseo que sean felices y conozcan a alguien que los haga felices también, que ame sus locuras y los acepten por quienes son.
Te escribo a ti porque nunca quisiste hablar conmigo de que pasaría si moría, incluso ahora que los doctores creen que este cáncer no puede quitarse tú sigues empujándome a vivir.
Quiero que sepas disfrutar de tu vida porque nada me haría más feliz que eso. Soy feliz.
Ustedes fueron el mejor regalo de mi vida y quiero que algún día tengas ese regalo, el mayor regalo de todos, también.
                                                           Con mucho amor y cariño.                        
                                                                                              Tu madre.
                                                                                                          03.05.2013
Ella ya sabría que partiría y yo aun no quería escucharlo. Recuerdo que a toda costa quería que habláramos de eso pero no quería esa negatividad, no con ella.
Extraño a mi madre y siempre lo haré.
Suspiro.
Es irónico que la mujer que me dio la vida, la mujer que me ha enseñado todo lo que sé, la mujer que siempre me impulso a seguir mis sueños y a creer, haya pensado en mi en lugar de pensar en ella misma. 
No, no es irónico, siempre pensó más en todos que en ella. Cuando tenia algo de dinero en su billetera nos compraba cosas, cuando estábamos tristes nos reconfortaba, cuando teníamos un problema ella era la primera en querer solucionarlo
Sonrió al recordarla, como a ella le hubiera gustado.
Mi madre era la vida imagen de la navidad. Organizaba todo y no había ni una vez que las cosas no se le salieran de control. En realidad, ella odiaba las fiestas navideñas, odiaba tener que planear todo y que no le salieran las cosas como esperaba pero amaba ver nuestros rostros al armar el árbol y al abrir nuestros regalos.
Me gustaría que ella estuviera aquí.
Ladeo la cabeza.
Lo está, esta aquí y me ha dado el mejor regalo de todos, me ha dado una parte de ella.
Una parte alegre y emocional.
Me ha dado exactamente lo que quería.
A ella misma.

Escrito por ILR.
"Un regalo para Navidad"

jueves, 19 de diciembre de 2013

Pensamientos mecánicos de Sofia Quagliano.


Estoy bajando en una escalera mecánica, ubicada en el medio de otras dos. El lugar es amplio; no sabría decir dónde está, pero tiene altos techos de vidrio, curvados cuando terminan. Por ellos entra una luz clara, medio azul.
 A medida que bajo, noto que la velocidad aumenta. Sin embargo, siento como si nunca llegara al final; aunque puedo verlo: hay una gran pared ahí. Miro a la gente en las escaleras de al lado, que van a la misma velocidad. Mi cara está llena de terror, mientras ellos sonríen como si nada pasara.
Veo el final acercarse, entonces me despierto. Estoy transpirada y agitada, la velocidad se sintió tan real. Me recupero, cambiándome para empezar el día. Suelo pensar más de lo normal cada vez que sueño con esto.
Ya es de tarde, y estoy en la escalera mecánica de una galería a la que fui a comer. Tengo miedo, no puedo esperar a que termine. ¿Por qué no elegí la escalera tradicional? De repente, veo cómo la pared de enfrente se hace más grande, esperándome. No sueño, lo sé. Por favor, que sea una ilusión. Cierro los ojos y, cuando los abro, ya estoy abajo. La pared está más lejos de lo que parecía. Largo el aire que estaba conteniendo. ¿Qué me pasa? Nunca me afectó tanto.
Esa noche, al igual que otras tres, sueño lo mismo. No es la primera vez que me pasa, pero el tiempo que dura el sueño suele variar entre uno y otro.
Estoy bajando sobre una escalera mecánica, ubicada en el medio de otras dos. Llegando al final, me doy cuenta de que el sueño se vuelve a repetir. La velocidad aumenta, la pared se hace más grande; me estoy despertando… No. ¡No lo hago! Miro a los costados y noto lo que nunca antes: la gente desaparece cuando llega, como traspasando el cemento. ¿Puedo hacer eso? No me voy a arriesgar. Desesperada, trepo la escalera, pasándome a la de la izquierda. ¡No llego! Salto, me caigo. Ya no estoy bajando; llegué.
 ¿Por qué se extendió el sueño? ¿Por qué sonríen tanto?  
-Por favor, señor, necesito ayuda. -digo, parando a un hombre; pero éste sonríe, sin decir nada. Y así con cada uno. ¿Qué les pasa? Siento que pasan días enteros mientras camino, sin llegar a ningún lugar. Comienzo a correr y me choco con alguien.
-Ey, más cuidado.- La mujer me habló. ¡Y no sonríe!
-Necesito despertarme, por favor. ¿Dónde estoy? ¿Qué le pasa a esta gente?- digo.
-Necesitás despertarte… ¿De qué se trata eso? No te dejés engañar por sus sonrisas.
-¿Por qué me hablás y no sonreís, a diferencia de los demás?  
-Porque prefiero dejar ser a mis ojos.
Los miro y noto que están caídos, cansados. Con círculos negros debajo; los de las otras personas son iguales.
-¿Qué, con las escaleras?
-Las escaleras en bajada significan tiempos malos para tu subconsciente. Esa gente está tan resignada, que prefiere aceptar chocarse contra la pared y sonreír por ello en vez de hacer algo al respecto. Bienvenida.
-Pero yo actué. ¿Me gano quedarme acá atrapada?-Evidentemente, no sos de este mundo. Pero debés ser igual en el tuyo, sólo que sin escaleras.
Decido seguir caminando y es cuando encuentro una escalera en subida. Intento entrar en ella, pero algo no me deja. En serio lo intento. Si la escalera en bajada es el subconsciente alterado, ésta debe ser para cuando se calma al fin.
Cierro mis ojos y respiro hondo, recordando todo lo que me impide estar tranquila hasta hoy. Los pensamientos son cada vez más fuertes, tanto que comienzo a llorar. El dolor deja de ser sólo emocional y se apodera de mi cuerpo. Es tal, que me hace gritar. Abro los ojos, que de repente están secos. El grito hizo que el viento sople. Escucho ecos de mis pensamientos, pero no en mi cabeza.
Lo intento una vez más; estoy subiendo por la escalera y se siente tan bien. Sólo es una, y no hay nadie más. La velocidad no aumenta, pero el viaje tampoco se siente interminable. Antes de poder ver qué hay al final, me despierto.
Estoy en un hospital; veo a mi mamá durmiendo al lado, en una silla. ¿Cuánto tiempo pasó?
Me cuesta saber qué es real y qué no; pero de algo estoy segura: no volveré a bajar.

Cuentos de Sofia Quagliano.
Pensamientos Mecanicos.

El Encuentro de Sofía Quagliano.

  
Me encuentro sentada sobre el cemento de una vereda, mirando el cielo. Un cielo gris, ni una pizca de celeste. Una llovizna se asoma en él, y no es hasta que las gotas se agrandan cuando la gente comienza a correr, mirándome mal por el lugar en el que decidí sentarme, obligándolos a esquivarme.
  Yo también los miro, pero confundida. ¿Por qué corren? Si las gotas son lo más refrescante en este día húmedo y el cielo, relajante con sólo mirarlo. Ya no es gris nada más, a esta hora. Las nubes se vuelven rosas y amarillas ¿No es hermoso?
  Todos se fueron ya, cuando al cabo de no sé cuánto tiempo, un chico se sienta a mi lado. Lo miro. Es blanco como una nube. Vuelvo a lo que estaba y pasa nuevamente no sé cuánto tiempo hasta que habla:
  -¿No es un hermoso sonido el que produce la lluvia al caer? Y ni hablar de sentirla en mi piel.
  -Y ni hablar, tampoco, del hermoso cielo.- contesto.
  -Ojalá pudiera disfrutar de eso también.
  Vuelvo a mirarlo y noto algo que antes no, ya que tenía un flequillo en su cara que ahora corrió: sus ojos son tan blancos como su piel.
  -Lo siento.- digo.
  -No lo sientas.- dice, sonriendo.-Yo también puedo sentir cosas que vos no, sólo por el hecho de que no las aprecias como deberías.
  Me quedo mirándolo confundida, olvidándome de que no puede verme (no me siento mal por ello, pero no me acostumbro). Sin embargo, alguno de sus sentidos me capta.
  -No digás nada, te enseño.- No deja de sonreír en ningún momento.- Cerrá los ojos y concéntrate en tu respiración. Cuando te olvides de lo demás, fijate en lo que cae sobre tu cara y el sonido, el simple sonido, del silencio.
Pasa un rato, entonces todos mis sentidos se relajan, pero se activan a la vez. Mis ojos no ven más que un vacío oscuro, pero lo que antes sentía y escuchaba creyendo que era hermoso, si bien lo sigue siendo, ahora es tan diferente.
  -Abrilos.- dice, como si tuviera controlado el tiempo.
  Al hacerlo, todo vuelve a ser como antes. Lo miro, sigue sonriendo.
  -Eso fue tan lindo.- digo, al fin.
  -Lo es.- Sonríe, sonríe.
  -¿Por qué sonreís tanto?
  -¿Creés que por no ver no soy feliz? Disfruto el doble de las cosas.- Se levanta y se va, dejándome sola con mis pensamientos.
  Los que menos tienen, son los que más entienden de la vida y la disfrutan. Sin embargo, yo, a quien nada le falta, siempre encuentro de qué quejarme.
  Vuelve después de un rato, con una flor llena de pequeñas gotitas que parecen cristales.
  -No te preocupes.- dice. Pareciera que lee mis pensamientos.- Un problema es un problema, sin importar qué y, por lo tanto, tiene solución. Sólo aprende a pensar las cosas desde otra perspectiva.- Y, así, definitivamente se marcha.
  ¿Acaso me conoce? Quizá sólo imaginé algo que necesitaba escuchar, ya que me noto abriendo los ojos; sin embargo, tengo la flor en mis manos. ¿O es el dolor tan común en la vida humana que un simple sabio de hermosas sonrisas sabe qué hacer para comenzar a cambiar tu vida?
  La lluvia para y también me levanto. Puedo verlo todavía yéndose. Lo imito, por el lado contrario.
  Con el paso del tiempo, noto que la flor se cae los días donde yo también lo hago. 
  ¿Qué fue todo esto? No lo sé, pero es una vida y no quiero que se marchite por mi culpa.


Cuentos de Sofia Quagliano.
El Encuentro.










miércoles, 18 de diciembre de 2013

EVOLUCIÓN: El Lado bueno del Diablo de Cecilia Balvidares.

→ SINOPSIS

Conociendo un poco, o lo que ella cree suficiente, Cian, una adolescente de 18 años, pasó diez años protegiendo a su hermana María luego del secuestro de sus padres, por ello se dedicó a ser una guerrera, de las mejores a pesar de su corta edad hasta el punto de que un día su cuerpo empezó a arder, y si no se trataba de una enfermedad, sólo significaría una sola cosa, algo que le toca a pocos, la evolución. Esta clase de transformación puede derivar en muchas cosas, cambios en el cuerpo y la mente.

Días después, cuando sorpresivamente aparece en una habitación del castillo de Alma, su pueblo natal, se ve obligada a ser reina, una clase de vida que ella no quiere. Pero como si las cosas necesitacen complicarse más secuestran a una chica, Laila Lunn, alguien que ella apenas conoce. Escapando del trono que esa misma noche le iba a ser entregado, Cian decide ir en buscar de la muchacha. A partir de ese momento, de esa decisión de último momento, eventos y personas que ella jamás había visto en su vida pretenden destruirla, pero más que nada, le muestran quien verdaderamente es. Mentiras y verdades surgen del suelo, un suelo que tiembla cada vez que siente su presencia y oye su nombre, Cian Walkyria.


Novela "Evolucion: El Lado Bueno del Diablo".

Escrito por Cecilia Balvidares.

"Bajo la Misma Estrella" de John Green.

A Hazel y a Gus les gustaría tener vidas más corrientes. Algunos dirían que no han nacido con estrella, que su mundo es injusto. Hazel y Gus son solo adolescentes,  pero si algo les ha enseñado el cáncer que ambos padecen es que no hay tiempo para lamentaciones, porque, nos guste o no, solo existe el hoy y el ahora. 
Y por ello, con la intención de hacer realidad el mayor deseo de Hazel -conocer a su escritor favorito-, cruzarán juntos el Atlántico para vivir una aventura  contrarreloj, tan catártica como desgarradora. Destino: Amsterdam, el lugar donde reside el enigmático y malhumorado escritor, la única persona que tal  vez pueda ayudarles a ordenar las piezas del enorme puzle del que forman parte... 


 La historia es narrada por una paciente de cáncer de 16 años, llamada Hazel, quien es forzada por sus padres a asistir a un grupo de apoyo, donde eventualmente conoce y se enamora de Augustus Waters, un ex jugador de basketball amputado de 17 años.
En su blog de Tumblr y en su blog en YouTube, Green dijo que "El título fue inspirado por la famosa frase de la obra Julio César (Acto 1, escena 2) de Shakespeare. Cassius le dice a Brutus, 'The fault, dear Brutus, is not in our stars, / But in ourselves, that we are underlings.'" ("La culpa, querido Brutus, no recae en nuestras estrellas/ Sino en nosotros, que estamos bajo ellas.")
Esta increible historia llegara a los cines el 6 de Junio del 2014 y ya salio el poster Oficial de la pelicula en donde podemos ver a Ansel Elgort (Augustus) y Shailene Woodley (Hazel) juntos.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Inicio de la Novela "Malas Decisiones"

No creo que el amor sea algo con lo que bromear, es un sentimiento bastante poderoso que puede salvarnos como también destruirnos.
Cuando estas enamorado ves todo de un color distinto, aunque un amor no correspondido puede sentirse como una daga al corazón.
¿Nunca les ha pasado ver a la persona de la que siempre estuvieron enamorados con alguien más? Es algo horrendo, te destroza por dentro y te quita las ganas de volverte a enamorar.
Aunque también no hay nada más terrible que ser engañado por ejemplo. Digo, toda esa irritación para que él romance se de, para que dos personas estén juntas y luego alguien entra en discordia arruinándolo todo, aunque a veces las cosas ya estén estropeadas antes de la llegada del intruso.
Realmente el amor apesta, creo que da más dolor que felicidad, te da dolores de cabeza, horas de sueño perdido e incluso te ilusiona a tal punto de que crees que vas a casarte con la persona que amas, a tener hijos, una gran casa y luego te quedas sin nada.
Eso es lo más terrible del amor, que dejas de pensar en ti mismo y empiezas a pensar en alguien más, tus sueños, tus ambiciones cambian y con el correr del tiempo solo te interesa planificar un futuro ordinario.
Cuando tenia seis años decidí que quería ser escritora, fue un amor a primera vista, supongo que fue lo más sensato que quise hacer de mi vida. Los libros no pueden herirte, aunque tal vez un final malo te da rabia pero no puede hacer que no quieras salir de tu casa o que te sientas vacío. Los libros te transportan a otros mundos y te invitan a imaginar y soñar con ellos así que para una niña de seis años con problemas familiares era un boleto de salida.
Recuerdo mis primeros cuentos, algunos sobre animales, otros sobre brujas, princesas y magos. Eran especiales para mí aunque no lo fueran para el resto.
Con el tiempo crecí y abandone a mis amigos fieles por otros amigos no tan verdaderos. Amigos que creían que hablar con propiedad era una estupidez y que leer era un suicidio social, de forma que cambie realmente. De usar unos jeans cómodos y una remera con suéter empecé a usar pantalones apretados, remeras negras que revelaban que estaba convirtiéndome en mujer, tuve una banda que fue lo mas cultural del recorrido y me perfore la nariz.
Pronto conocí otras formas de diversión, las drogas, el alcohol y salir de fiesta hasta muy tarde. El amor se convirtió en algo del pasado y las relaciones casuales se convirtieron en algo habitual, había perdido el rumbo.
A los diecisiete años termine la secundaria, y a pesar de las fiestas y el descontrol mi promedio era bastante alto. Mis supuestos amigos ya no eran los mismos, exceptuando por Nicolás, Juan y Ema a quienes conozco desde que tengo memoria. Se que no son muchos, pero dicen que los amigos verdaderos se cuentan con los dedos de la mano, y es verdad. Ellos me ayudaron y mucho. Las demás personas que me rodeaban no duraban más de un año a mi lado, algunos repetían, otros simplemente se alejaban e incluso perdí a algunos en accidentes de transito, accidentes que podrían haberse evitado si no hubieran tomado la vida tan a la ligera, si hubieran tomado un taxi luego de emborracharse con distintas clases de bebidas alcohólicas.
Supongo que podría haber sido una de ellos, pero a pesar de todo tenia algo de autocontrol en mi vida, y siempre que hacia algo mal sentía una punzada de culpa que me evitaba volver a hacerlo.

Ya era momento de pensar en mi futuro y dejar los juegos de lado. A pesar que aun quería ser escritora sabia que no podría mantenerme de eso y realmente tenia miedo de la pobreza. A mi familia nunca le sobro el dinero y supongo que ese fue un trauma importante de mi niñez a pesar de que nunca me obligaron a trabajar ni a mí ni a mi hermano y nunca me reprocharon nada.
Debía pensar en algo más redituable así que elegí la computación, todo el mundo necesita saber de informática.
Los primeros cuatro años de la carrera realmente me enfoque en ello, descubrí que era algo que se me daba bien y que me gustaba.
Me olvide de las novelas, de los cuentos, de los géneros, de todo y solo me enfoque a la Informática.
En ese entonces fue que lo conocí.


Escrito por ILR
Novela Malas Decisiones.

Cincuenta Sombras de Grey.


—Fue un niño adoptado. ¿Hasta qué punto cree que ha influido en su manera de ser?
Vaya, una pregunta personal. Lo miro con la esperanza de que no se ofenda. Frunce el ceño.
—No puedo saberlo.
Me pica la curiosidad.
—¿Qué edad tenía cuando lo adoptaron?
—Todo el mundo lo sabe, señorita Steele —me contesta muy serio.
Mierda. Sí, claro. Si hubiera sabido que iba a hacer esta entrevista, me habría informado un poco. Cambio de tema rápidamente.
—Ha tenido que sacrificar su vida familiar por el trabajo.
— Eso no es una pregunta — me replica en tono seco.
—Perdón. No puedo quedarme quieta. Ha conseguido que me sienta como una niña perdida. Vuelvo a intentarlo.
—¿Ha tenido que sacrificar su vida familiar por el trabajo?
—Tengo familia. Un hermano, una hermana y unos padres que me quieren. Pero no me interesa seguir hablando de mi familia
—¿Es usted gay, señor Grey?
Respira hondo. Estoy avergonzada, abochornada. Mierda. ¿Porqué no he echado un vistazo a la pregunta antes de leerla? ¿Cómo voy a decirle que estoy limitándome a leer las preguntas? Maldita sean Kate y su curiosidad.
—No, Anastasia, no soy gay. Alza las cejas y me mira con ojos fríos. No parece contento.
—Le pido disculpas. Está… bueno… está aquí escrito.
Ha sido la primera vez que me ha llamado por mi nombre. El corazón se me ha disparado y vuelven a arderme las mejillas. Nerviosa, me coloco el mechón de pelo detrás dela oreja. Inclina un poco la cabeza.
—¿Las preguntas no son suyas?
Quiero que me trague la tierra.
—Bueno… no. Kate… la señorita Kavanagh… me ha pasado una lista.
—¿Son compañeras de la revista de la facultad?
Oh, no. No tengo nada que ver con la revista. Es una actividad extra académica de ella, no mía. Me arden las mejillas.
—No. Es mi compañera de piso.
Se frota la barbilla con parsimonia y sus ojos grises me observan atentamente.
—¿Se ha ofrecido usted para hacer esta entrevista? —me pregunta en tono inquietantemente tranquilo.
A ver, ¿quién se supone que entrevista a quién? Su mirada me quema por dentro y no puedo evitar decirle la verdad.
—Me lo ha pedido ella. No se encuentra bien —le contesto en voz baja, como disculpándome.
—Esto explica muchas cosas
Llaman a la puerta y entra larubia número dos.
—Señor Grey, perdone que lo interrumpa, pero su próxima reunión es dentro de dos minutos.
—No hemos terminado, Andrea. Cancele mi próxima reunión, por favor.
Andrea se queda boquiabierta, sin saber qué contestar. Parece perdida. El señor Grey vuelve el rostro hacia ella lentamente y alza las cejas. La chica se pone colorada. Menos mal, no soy la única.
—Muy bien, señor Grey—murmura, y sale del despacho.Él frunce el ceño y vuelve a centrar su atención en mí.
—¿Por dónde íbamos, señorita Steele?
Vaya, ya estamos otra vez con lo de «señorita Steele».
—No quisiera interrumpir sus obligaciones.
—Quiero saber de usted. Creo que es lo justo. Sus ojos grises brillan de curiosidad.
Mierda, mierda. ¿Qué pretende? Apoya los codos en los brazos de la butaca y une las yemas de los dedos de ambas manos frente a la boca. Su boca me… me desconcentra. Trago saliva.
—No hay mucho que saber —le digo volviéndome a ruborizar.
—¿Qué planes tiene después de graduarse?
Me encojo de hombros. Su interés me desconcierta. Venirme a Seattle con Kate, encontrar trabajo… La verdad es que no he pensado mucho más allá de los exámenes.
—No he hecho planes, señor Grey. Tengo que aprobar los exámenes finales.
Y ahora tendría que estar estudiando, no sentada en su inmenso, aséptico y precioso despacho, sintiéndome incómoda frente a su penetrante mirada.
—Aquí tenemos un excelente programa de prácticas —me dice en tono tranquilo.
Alzo las cejas sorprendida. ¿Está ofreciéndome trabajo?
—Lo tendré en cuenta —murmuro confundida —. Aunque no creo que encajara aquí.
Oh, no. Ya estoy otra vez pensando en voz alta.
—¿Por qué lo dice? Ladea un poco la cabeza, intrigado, y una ligera sonrisa se insinúa en sus labios.
—Es obvio, ¿no? - Soy torpe, desaliñada y no soy rubia.
—Para mí no. Su mirada es intensa y su atisbo de sonrisa ha desaparecido.
De pronto siento que unos extraños músculos me oprimen el estómago. Aparto los ojos de su mirada escrutadora y me contemplo los nudillos, aunque no los veo. ¿Qué está pasando? Tengo que marcharme ahora mismo. Me inclino hacia delante para coger la grabadora.
—¿Le gustaría que le enseñara el edificio? —me pregunta.
—Seguro que está muy ocupado, señor Grey, y yo tengo un largo camino.
—¿Vuelve en coche a Vancouver?
Parece sorprendido, incluso nervioso. Mira por la ventana. Ha empezado a llover.
—Bueno, conduzca con cuidado —me dice en tono serio, autoritario. ¿Por qué iba a importarle?
—¿Me ha preguntado todo lo que necesita? —añade.
—Sí— le contesto metiéndome la grabadora en el bolso.
Cierra ligeramente los ojos, como si estuviera pensando.
—Gracias por la entrevista, señor Grey.
—Ha sido un placer — me contesta, tan educado como siempre.
Me levanto, se levanta también él y metiendela mano.
—Hasta la próxima, señorita Steele.
Y suena como un desafío, o como una amenaza. No estoy segura de cuál de las dos cosas. Frunzo el ceño. ¿Cuándo volveremos a vernos? Le estrecho la mano de nuevo, perpleja deque esa extraña corriente siga circulando entre nosotros. Deben de ser nervios.
—Señor Grey. Me despido de él con un movimiento de cabeza. Él se dirige a la puerta con gracia y agilidad, y la abre de paren par.
—Asegúrese de cruzar la puerta con buen pie, señorita Steele. Me sonríe.
Está claro que se refiere a mi poco elegante entrada en su despacho. Me ruborizo.
—Muy amable, señor Grey— le digo bruscamente.
Su sonrisa se acentúa. Me alegro de haberle divertido. Salgo al vestíbulo echando chispas y me sorprende que me siga. Andrea y Olivia levantan la mirada, tan sorprendidas como yo.
—¿Ha traído abrigo? —me pregunta Grey.
—Chaqueta.
Olivia se levanta de un salto a buscar mi chaqueta, que Grey le quita de las manos antes de que haya podido dármela. La sostiene para que me la ponga, y lo hago sintiéndome totalmente ridícula. Por un momento Grey me apoya las manos en los hombros, y doy un respingo al sentir su contacto. Si se da cuenta de mi reacción, no se le nota. Su largo dedo índice pulsa el botón del ascensor y esperamos, yo con torpeza, y él sereno y frío. Se abren las puertas y entro a toda prisa, desesperada por escapar. Tengo que salir de aquí. Cuando me vuelvo, está inclinado frente a la puerta del ascensor, con una mano apoyada en la pared. Realmente es muy guapo. Guapísimo. Me desconcierta.
—Anastasia —me dice a modo de despedida.
—Christian— le contesto.Y afortunadamente las puertas se cierran.


E.L. James
Fifty Shades of Grey - First Book.

Relato de Fernando Nicolás Parada.


Luego de que Beatriz rechazara su propuesta, Él arrojó el diario sobre la mesa de la cocina, y tras una mirada llena de odio, se fue del departamento. Ella, por el contrario, se sentó a leer el diario el cual decía que hubo un desaparecido mas.
Beatriz había perdido el miedo engendrado por las continuas formas de represión del gobierno militar, y ya no veía los motivos por los cuales tenía que quedarse en su cuarto sin poder protestar. Quizás, el tener un compañero de habitación que viviera en el 2012 la tranquilizó, Aun sabiendo que sus tiempos dejaron 30.000 desaparecidos, y más de un millón de torturados. Ella sabía muy bien donde podrían encontrarse sus compañeros universitarios que misteriosamente abandonaron las carreras, por más de que las notas los acompañasen, y sentía el resentimiento, (aunque siempre aclaraba que resentimiento es muy distinto al miedo) de no poder denunciarlo públicamente, porque también sabía quiénes eran los grupos económicos, mediáticos y sociales acompañaban a la junta militar.
No distinguieron fácilmente que vivían en dos etapas históricas distintas, al principio pasó desapercibido, los efectos visuales de la vestimenta de Beatriz la cual parecía a ojos actuales sacada de la película de John Travolta “Fiebre de sábado por la noche”, mientras que las ropas que él vestía daban una impresión de desarreglo cuya descripción resulta imposible de hacer. Con el correr de los días fueron más obvias las diferencias, con conversaciones en los cuales, Beatriz se refería a la empresa telefónica nacional como “EnTel” mientras que él lo hacía con el nombre de “Telecom S.A” y llego al punto culminante cuando Ella se refería como jefe de gobierno al dictador Jorge Rafael Videla y él mencionaba a un gobierno democrático. Si bien él tomó la noticia con calma, Beatriz recibió el trago como un balde de agua fría, quizá por lo increíble que resultase la noticia y la irracionalidad, además de que impedía que se lo contara a sus amigas, a causa de que tenía la costumbre de irse del departamento cada vez que venían visitas. En la intimidad, Beatriz le repudiaba este acto, a lo que él le contestaba “Solo me interesa verte a vos”, y ella sabía que era cierto, de hecho, a veces se preguntaba si realmente él tenía otro allegado aparte de ella misma, y si le preguntaba por su familia o sus amigos, inclusive por sus compañeros de estudio, simplemente contestaba con una tenue sonrisa y le afirmaba que eso no importaba, que lo único que le importaba en el mundo era ella.
Permítanme el atrevimiento de decirles, y espero que no se tome como una ironía, que no es fácil la convivencia entre dos personas que viven en años distintos, y no por el trato entre dos personas, porque de hecho, él y Beatriz parecían dos jóvenes enamorados de 20 años con una relación común. Si bien nunca salían juntos de su departamento por decisión de él, su trato era normal, pero a la hora de tomar decisiones en conjunto Beatriz encontraba a un gurú en vez de a un enamorado. Sabían que no era fácil vivir en dos años distintos en un país el cual él sabía todo lo que Beatriz iba a ver, y fue una paradoja tremenda, que un día haya abierto la puerta del departamento un tanto nervioso, con las ropas características de la década del setenta y sosteniendo un diario en la mano, y le haya ofrecido escaparse cuanto antes e irse a vivir juntos a un lugar neutral, donde todo fuese una nueva aventura. Pero lo más sorprendente no fue el cambio radical del sujeto… si no la respuesta negativa de Ella. Tras un incomodo silencio mutuo la miró fijamente y le dijo que se arrepentiría de su decisión, no le preguntó por qué lo rechazo ni intento convencerla, ella tampoco lo supo. Pero luego de que Beatriz rechazara su propuesta, él Arrojó el diario sobre la mesa de la cocina y tras una mirada llena de odio, se fue del departamento. Ella, por el contrario, se sentó a leer el diario el cual decía que hubo un desaparecido mas. Tras este acto, sus caminos jamás volvieron a cruzarse.


Fernando Nicolás Parada
Pueden leer más de el en el siguiente link:
http://cuentosyrelatosporparada.blogspot.com.ar/