Estoy bajando en una escalera mecánica, ubicada en el medio de otras dos. El lugar es amplio; no sabría decir dónde está, pero tiene altos techos de vidrio, curvados cuando terminan. Por ellos entra una luz clara, medio azul.
A medida
que bajo, noto que la velocidad aumenta. Sin embargo, siento como si nunca
llegara al final; aunque puedo verlo: hay una gran pared ahí. Miro a la gente
en las escaleras de al lado, que van a la misma velocidad. Mi cara está llena
de terror, mientras ellos sonríen como si nada pasara.
Veo el
final acercarse, entonces me despierto. Estoy transpirada y agitada, la
velocidad se sintió tan real. Me recupero, cambiándome para empezar el día.
Suelo pensar más de lo normal cada vez que sueño con esto.
Ya es de tarde, y estoy en la escalera mecánica de una galería a la que fui a comer. Tengo miedo, no puedo esperar a que termine. ¿Por qué no elegí la escalera tradicional? De repente, veo cómo la pared de enfrente se hace más grande, esperándome. No sueño, lo sé. Por favor, que sea una ilusión. Cierro los ojos y, cuando los abro, ya estoy abajo. La pared está más lejos de lo que parecía. Largo el aire que estaba conteniendo. ¿Qué me pasa? Nunca me afectó tanto.
Ya es de tarde, y estoy en la escalera mecánica de una galería a la que fui a comer. Tengo miedo, no puedo esperar a que termine. ¿Por qué no elegí la escalera tradicional? De repente, veo cómo la pared de enfrente se hace más grande, esperándome. No sueño, lo sé. Por favor, que sea una ilusión. Cierro los ojos y, cuando los abro, ya estoy abajo. La pared está más lejos de lo que parecía. Largo el aire que estaba conteniendo. ¿Qué me pasa? Nunca me afectó tanto.
Esa
noche, al igual que otras tres, sueño lo mismo. No es la primera vez que me
pasa, pero el tiempo que dura el sueño suele variar entre uno y otro.
Estoy
bajando sobre una escalera mecánica, ubicada en el medio de otras dos. Llegando
al final, me doy cuenta de que el sueño se vuelve a repetir. La velocidad
aumenta, la pared se hace más grande; me estoy despertando… No. ¡No lo hago!
Miro a los costados y noto lo que nunca antes: la gente desaparece cuando
llega, como traspasando el cemento. ¿Puedo hacer eso? No me voy a arriesgar.
Desesperada, trepo la escalera, pasándome a la de la izquierda. ¡No llego!
Salto, me caigo. Ya no estoy bajando; llegué.
¿Por qué se extendió el sueño? ¿Por qué sonríen tanto?
¿Por qué se extendió el sueño? ¿Por qué sonríen tanto?
-Por
favor, señor, necesito ayuda. -digo, parando a un hombre; pero éste sonríe, sin
decir nada. Y así con cada uno. ¿Qué les pasa? Siento que pasan días enteros
mientras camino, sin llegar a ningún lugar. Comienzo a correr y me choco con
alguien.
-Ey, más
cuidado.- La mujer me habló. ¡Y no sonríe!
-Necesito
despertarme, por favor. ¿Dónde estoy? ¿Qué le pasa a esta gente?- digo.
-Necesitás despertarte… ¿De qué se trata eso? No te dejés engañar por
sus sonrisas.
-¿Por qué
me hablás y no sonreís, a diferencia de los demás?
-Porque
prefiero dejar ser a mis ojos.
Los miro
y noto que están caídos, cansados. Con círculos negros debajo; los de las otras
personas son iguales.
-¿Qué,
con las escaleras?
-Las
escaleras en bajada significan tiempos malos para tu subconsciente. Esa gente está
tan resignada, que prefiere aceptar chocarse contra la pared y sonreír por ello
en vez de hacer algo al respecto. Bienvenida.
-Pero yo
actué. ¿Me gano quedarme acá atrapada?-Evidentemente, no sos de este mundo. Pero debés ser igual en el tuyo,
sólo que sin escaleras.
Decido seguir
caminando y es cuando encuentro una escalera en subida. Intento entrar en ella,
pero algo no me deja. En serio lo intento. Si la escalera en bajada es el
subconsciente alterado, ésta debe ser para cuando se calma al fin.
Cierro
mis ojos y respiro hondo, recordando todo lo que me impide estar tranquila
hasta hoy. Los pensamientos son cada vez más fuertes, tanto que comienzo a
llorar. El dolor deja de ser sólo emocional y se apodera de mi cuerpo. Es tal,
que me hace gritar. Abro los ojos, que de repente están secos. El grito
hizo que el viento sople. Escucho ecos de mis pensamientos, pero no en mi
cabeza.
Lo
intento una vez más; estoy subiendo por la escalera y se siente tan bien. Sólo
es una, y no hay nadie más. La velocidad no aumenta, pero el viaje tampoco se
siente interminable. Antes de poder ver qué hay al final, me despierto.
Estoy en
un hospital; veo a mi mamá durmiendo al lado, en una silla. ¿Cuánto tiempo
pasó?
Me cuesta
saber qué es real y qué no; pero de algo estoy segura: no volveré a bajar.
Cuentos de Sofia Quagliano.
Pensamientos Mecanicos.
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